domingo, 6 de febrero de 2011

Capítulo 4

   Capítulo 4
Cuando terminé de decidí que debíamos hacer y cómo hacerlo ya había acabado la última clase, pronto llegaría Rose, este pensamiento me puso nervioso. Estuve esperando a Rose unos minutos antes de decidir ir a buscarla, la encontré con Vasilissa o Lissa en el campus hablaban en voz baja para que no les oyera nadie, pero tras acercarme un poco más pude discernir un poco de la conversación a través del ruido del lugar:
-No, no, de verdad. Me gustaba lo que podían ofrecer las fiestas y todo eso-dijo Rose, tendría que apartarlas, llevarme a Rose a entrenar, pero quería saber… más.
-¿Y podrías prescindir de eso ahora?-le pregunto la princesa.
-Sin duda. Ya lo hicimos en Portland.
-Ah, sí, pero eso era diferente- los ojos de la Dragomir se posaron en mí, pero no me vio tan solo pasaba su mirada sin fijarse en mí, ni en nada-Aquí… aquí debo ser parte de todo. No puedo evitarlo.
-Ya creo que puedes. Natalie vive apartada de todo ese rollo-Rose pode como ejemplo a la hija de el tío de la princesa, Víctor Dashkov.
-Natalie va a heredar el título de su familia, pero yo ya lo tengo. Debo implicarme, comenzar a hacer contactos. André…
-Liss-gruñó Rose-Tú no eres André.
-Él siempre estaba pendiente de todas estas cosas.
-Ah, sí, vale, pero él está muerto-le dijo Rose con más dureza de la necesaria.
-¿Sabes?, algunas veces no tienes nada de agradable.
-Tú tampoco me quieres a tu lado para que sea. Si quieres alguien agradable, hay ahí una docena de borregos que se desgarrarían la garganta unos a otros para ponerse a buenas con la princesa Dragomir-tenía razón, la princesa Vasilissa Dragomir era la heredera del título de una de las doce familias gobernantes, en un principio sería su hermano André Dragomir quien heredaría ese título, pero tras el accidente de traficó en el cual solo se salvaron Vasilissa y Rosemarie  el título recayó sobre ella. Estas familias reales tenían mucho poder en la sociedad moroi, de modo que sería normal que otros morois quisiesen estar a buenas con la princesa. Yo odio ese mundo está repleto de sobornos, puñaladas traperas, todos estaban contra todos, muy diferente al nuestro, el de los dhampir y también de los morois que carecían de sangre real.
-Vale. Está bien-mierda otra vez que me he distraído con mis pensamientos-Nos quedaremos y me mantendré apartada aparte de todo ese asunto. ‘Avanzamos por mitad de todo esto buscando el camino fácil’, como quieres. Andaré por ahí con Natalie, supongo-dijo la princesa y por su tono pude darme cuenta que no le hacía ninguna gracia.
-Está bien entonces. Veamos cómo va todo esto, pero si algo sale mal, lo que sea, nos vamos. Sin discusiones-creo que ya es el momento de parar está conversación.
-¿Rose?
Ambas elevaron la mirada hacia mí. Y en la cara de Rose pude ver un toque de… miedo. Me tenía miedo-Llegas tarde a las prácticas-entonces me giré hacia Vasilissa y le dedique un educado gesto de asentimiento con la cabeza al decir-Princesa.
 Mientras nos alejábamos, la miraba de reojo, fijándome en cada detalle de su cuerpo, en su oscuro cabello y su piel ligeramente bronceada, ella era hermosa. Más hermosa que cualquier dhampir o moroi que hubiese visto antes.
Deje de mirarla y sacudí mi cabeza, yo no podía tener esos pensamientos hacia una estudiante. Además era su mentor,  ella era más joven y nunca podría estar con otro dhampir pues ella será guardiana. Me sorprendí de lo mucho que me entristezca pensar en eso.
Al rato me di cuenta que Rose ya no me seguía. Se había quedado parada y tenía la misma mirada perdida que en el jet.
- ¿Rose?-la llamé. Pero ella no se movió. Retrocedí hasta ella, ¿qué le pasa?, ¿por qué no se mueve?
- ¿Rose? ¿Rose?- pregunté de nuevo en cuanto estuve a su lado-¡¿Rose?! ¡¿Rose?!-me estaba empezando a preocuparme.
-¡¿Rose?! ¡¿Rose?!-puse mis manos en sus hombros y comencé a sacudirla hasta que parpadeo volviendo en sí-¿Te encuentras bien?-le pregunte.
-Ah, SÍ. Estaba… estaba con Lissa-se pasó la mano por la frente, parecía lago confundida-Estaba en el interior de su mente.
-¿De… su mente?- sería una consecuencia de la conexión existente entre ellas
-Sí, claro. Forma parte de la conexión.
-¿Y ella está bien?
-Ah, sí está...-dudó dejando claro que me ocultaba algo-No estaba en peligro-dijo finalmente.
-¿Puedes seguir andando?-no me quería decir algo y ese algo no le agradaba mucho, pero lo que más me molestaba era que no pudiera confiar en mí.
-Ah, sí. Estoy bien-en mi mente dude si realmente poda continuar o no, pero no proteste porque probablemente, a diferencia de mí, esto para ella debe ser muy normal.
Rose se dirigió al vestuario y se cambio sus vaqueros y su camisa por un chándal. Cuando saló me preguntó si podía dispensarla de la clase. No pude evitar reírme, cuando le pregunte hace un rato ella estaba segura de poder seguir y ahora quería marcharse. Muy buen chiste.
- ¿Qué es lo que te divierte tanto? - preguntó.
- Oh- exclamó, parando de reírme- Lo dices en serio.
-¡Claro que sí! Mira técnicamente llevo despierta dos días. ¿Por qué tenemos que empezar a entrenar hoy mismo? Deja que me vaya a la cama-suplicó-, si sólo es una hora.
Me crucé de brazos. Como mentor pensé que arrepentirse de las decisiones que tomadas no era bueno; y además haba pasado mucho tiempo sin ningún tipo de actividad física, lo que de seguro haba atrofiado sus músculos. Y por otro lado, había una parte de mí que no quería perderse esta oportunidad de pasar un tiempo con ella.
-¿Qué tal te sientes ahora? ¿Qué tal después de tanto entrenamiento?
-Me siento fatal
- Te sentirás todavía peor mañana.
- ¿Así que…?
- Así que mejor ponerse a ello ahora mientras aún no te sientes… tan mal.
 -¿Qué clase de lógica es esa?-me recriminó.
No discutió más  cuando fuimos  a la sala de musculación. Donde le mostré los ejercicios que debía hacer, lo primordial sería volverla a poner en forma.
Después me alejé de ella y tomé una novela del Oeste escrita en ruso. Me gustaba leer, en especial estas novelas. Me gustan porque el protagonista, el bueno, se queda con la chica tras vencer al malo, un final feliz. Y también me agradaba imaginar el sol abrasador, los tiroteos y de más. Pero eran pocas las novelas que se encontraban en la biblioteca de San Vladimir, probablemente tenían todos los libros de política e historia que se habían impreso hasta el día de hoy, pero eran muy escasas las novelas y era aún más difícil encontrar una buena novela ambientada en el Oeste, por suerte me había traído unas cuantas desde Rusia, aunque ya me las había leído en repetidas ocasiones.

Cuando Rose acabo regresé hasta donde ella se encontraba y le mostré unos ejercicios de estiramiento para relajarse.
- ¿Cómo es que han terminado designándote guardián de Lissa?- me preguntó-No estabas aquí hace unos cuantos años. ¿Acaso has entrenado en esta escuela?
 Me quede un momento en silencio. No estaba seguro de lo que debía compartir con ella y además no estaba acostumbrado hablar de mi vida.
-No, no acudí a una que había en Siberia.
-Vaya, debe ser el único sitio peor que Montana.
No pude evitar sonreír ante su comentario. Claro que había sido duro, en Siberia no tenían piedad con los estudiantes.
- Después de graduarme, me convertí en guardián de un señor Zeklos Le mataron hace muy poco. Me enviaron a la Academia porque necesitaban más gente en el campus. Cuando la princesa apareció y ya que yo andaba por aquí, me asignaron a ella. No es que eso importara antes de que ella abandonase el campus.
-Aquel señor ¿murió mientras tú le protegías?
- No, estaba con su otro guardián. Yo me encontraba fuera.
Mi mente volví a ese día. Yo y Lord Ivan Zeklos habíamos sido muy buenos amigos, íbamos a todas partes juntos. Yo era el guardián de cercana, y como la palabra indica tenía que quedarme cerca. Ese día yo no haba estado cerca, me había desprendido de mi deber de guardián. Esa noche no había dormido bien merodeando por los alrededores, me había percatado que un grupo de Strigois estaban por la zona y era mi deber matarlos. Pero eso causo que a la mañana estuviese cansado. Lord Ivan me dijo que fuera a descansar, debí haber insistido en quedarme.
No tuve más remedio que irme a descansar. Intenté alejarme pensando en que era necesario, si yo estaba cansado ambos corríamos riesgo. Pero en cuanto me encontré a unos kilómetros de distancia escuche un grito e inmediatamente me devolví. Lamentablemente por más que corrí no llegué a tiempo. Mi mejor amigo estaba muerto. Y cómo si no hubiese sido suficiente me culparon de todo lo ocurrido
-Bueno -dijo Rose devolviéndome a la realidad-¿colaboraste tú a la hora de planificar el modo de hacernos regresar a casa? Porque fue un pedazo de plan, con su uso de fuerza bruta y todo.
-¿Me estás felicitando?
-Bueno, estuvo qué te pasa comparado con el último que intentaron.
-¿El último?
-Claro, el de Chicago. Cuando mandaron la manada de sabuesos psíquicos.
-Pues la primera vez que dimos con vosotras fue en Portland-en ese momento termino los estiramientos y se sentó con las piernas cruzadas.
-Mmm, no creo que los sabuesos psíquicos fuesen imaginaciones mías. ¿Quién podría haberlos enviado, si no?-buena pregunta, porque no tengo ninguna noticia acerca de esa manada de sabuesos psíquicos, estos perros no son como los normales son mucho más listos-Sólo responden a los morois, así que tal vez no te lo hayan contando.
-Es posible.
Tras eso nos fuimos cada uno a nuestras respectivas habitaciones, hoy debía descansar ya que mañana tendría guardia a la noche, bueno la noche para los morois. Nuestro horario era diferente al de los humanos, dormíamos de día y hacíamos vida normal por la noche. No es que tengamos miedo a que un humano nos encuentre ni nada por el estilo, aunque, por supuesto, tendríamos muchos problemas si descubriesen nuestra existencia. Pero de todas formas el motivo por el cual las clases y demás eventos se celebraban por la noche es porque a los morois le molesta la luz solar, podrían estar al sol, a diferencia de los strigois, pero no durante mucho tiempo pues les debilita mucho. A nosotros en cambio, los dhampirs, gracias a nuestra combinación de genes entre humano y vampiro podemos estar a la luz solar además de tener las habilidades propias de un strigoi, aunque no somos tan fuertes ni rápidos como ello.


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